Penitencia

EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

La confesión al sacerdote es parte esencial del sacramento de la Penitencia: "Todos los pecados mortales de los que los penitentes son conscientes después de un diligente examen de sí mismos, deben ser referidos por ellos en la confesión, incluso si son muy secretos y han sido cometidos contra los dos últimos preceptos del Decálogo; porque estos pecados a veces hieren al alma más gravemente y son más peligrosos que los que se cometen abiertamente".


Según el mandato de la Iglesia, «todo fiel, una vez alcanzado el uso de razón, tiene la obligación de confesarse fielmente los pecados graves al menos una vez al año». Quien tenga conciencia de haber cometido un pecado mortal no debe recibir la sagrada Comunión, aunque experimente una profunda contrición, sin haber recibido antes la absolución sacramental, a no ser que tenga un motivo grave para recibir la Comunión y no haya posibilidad de confesarse. Los niños deben recibir el sacramento de la Penitencia antes de recibir la sagrada Comunión por primera vez.


Sin ser estrictamente necesaria, la confesión de las faltas cotidianas (pecados veniales) es, sin embargo, muy recomendada por la Iglesia. En efecto, la confesión regular de nuestros pecados veniales nos ayuda a formar nuestra conciencia, a luchar contra las malas tendencias, a dejarnos curar por Cristo y a progresar en la vida del Espíritu. Al recibir con más frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, nos sentimos estimulados a ser misericordiosos como Él es misericordioso.

Puede encontrar más información en el sitio web del Vaticano.

 

Cómo hacer una buena confesión
Examen de conciencia
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