Confirmación

EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN

Como católicos, nacemos espiritualmente en el sacramento del bautismo. En ese momento, nos convertimos en partícipes de la vida divina de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Comenzamos a vivir una vida sobrenatural incluso cuando somos niños. A medida que maduramos, practicamos las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad, y al unirnos a Cristo en la Iglesia para ofrecer culto a Dios, también crecemos en gracia y bondad.


Algunos creen que en esta etapa temprana, nuestra vida espiritual, como la de un niño, es en gran medida egocéntrica. Tendemos a preocuparnos por las necesidades de nuestra propia alma y por el esfuerzo de ser buenos. En general, nuestra vida religiosa gira en torno a nosotros mismos.


En la Confirmación recibimos una gracia especial que profundiza y fortalece nuestra fe, de modo que sea lo suficientemente fuerte no sólo para nuestras propias necesidades, sino también para las necesidades de otros con quienes trataremos de compartirla. Con el inicio de la adolescencia, el niño comienza a asumir, progresivamente, cada vez más, las responsabilidades de la edad adulta. Comienza a ver su lugar en el cuadro familiar total y en la comunidad en general.


De la misma manera, el católico confirmado empieza a ver más claramente (o debería ver más claramente) su responsabilidad ante Cristo por su prójimo. Se preocupa profundamente (o debería) por el bienestar de Cristo en el mundo —que es la Iglesia— y el bienestar de Cristo en su prójimo. Es en este sentido que la confirmación es una maduración espiritual.


LOS EFECTOS DE LA CONFIRMACIÓN

El Catecismo de la Iglesia Católica señala que la confirmación es la efusión especial del Espíritu Santo. Sus efectos son:

  • Enraícenos más profundamente en la filiación divina (ser hijos de Dios);
  • Únenos más firmemente a Cristo;
  • Aumenta los dones del Espíritu Santo en nosotros;
  • Fortalecer nuestro vínculo con la Iglesia;
  • Asociarnos más estrechamente a su misión de dar testimonio de Cristo;
  • Ayúdanos y oblíganos más estrictamente a difundir y defender la fe con palabras y obras.


Hace una generación decíamos que los católicos confirmados éramos soldados de Cristo. Esto indica los efectos de la confirmación: nos configura para una misión plena y activa de servicio a Cristo.


Para obtener más información, comuníquese con Blanca Velazquez en ffsupport@holycrossrcc.com

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