Hoy celebraremos la misa y os damos la más cordial bienvenida a la casa de Dios en esta solemne ocasión. Durante la misa es importante que conozcáis las pautas que seguimos con respecto a la recepción de la sagrada comunión, presencia real de Jesucristo.
Como católicos, participamos plenamente en la celebración de la Eucaristía cuando recibimos la sagrada comunión. Para estar debidamente dispuestos a recibir la comunión, los participantes católicos no deben tener conciencia de pecado grave y deben haber ayunado durante una hora. Quien tenga conciencia de pecado grave no debe recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor sin una confesión sacramental previa, excepto por una razón grave que no tenga oportunidad de confesarse. En este caso, la persona debe tener presente la obligación de hacer un acto de contrición perfecta, incluida la intención de confesarse lo antes posible. Se recomienda a todos los católicos la recepción frecuente del sacramento de la penitencia.
Damos la bienvenida a nuestros hermanos cristianos a esta celebración de la Eucaristía como a nuestros hermanos y hermanas. Oramos para que nuestro bautismo común y la acción del Espíritu Santo en esta Eucaristía nos acerquen más unos a otros y comiencen a disipar las tristes divisiones que nos separan. Oramos para que éstas disminuyan y finalmente desaparezcan, de acuerdo con la oración de Cristo por nosotros “para que todos sean uno”. Debido a que los católicos creemos que la celebración de la Eucaristía es un signo de la realidad de la unidad de fe, vida y culto, los miembros de aquellas iglesias con las que aún no estamos plenamente unidos no son admitidos a la sagrada comunión.
También damos la bienvenida a esta celebración a quienes no comparten nuestra fe en Jesucristo. Si bien no podemos admitirlos a la sagrada comunión, les pedimos que ofrezcan sus oraciones por la paz y la unidad de la familia humana. Como muestra de respeto por nuestras creencias y por la tradición católica, confiamos en que honrarán estas pautas y volverán a visitarnos con frecuencia con la esperanza de que un día nos encontraremos en plena comunión con el Señor.
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